Uno de los lugares que más me gustan de Barcelona es la Plaza de Catalunya. Realmente no sé muy bien el porqué, teniendo en cuenta que son muchos los barceloneses incluso que me dicen que la ciudad tiene muchos y mejores atractivos que esta plaza. Sin embargo, siempre que viajo a la Ciudad Condal siento la atracción de este rincón.
Aprovecho la oportunidad de conseguir vuelos baratos a Barcelona, y me acerco a la Plaza Catalunya. Hoy en día es una de las principales vías de comunicación de la ciudad, por eso suele estar tan bulliciosa y a veces hasta caótica, aunque yo la suelo ver más como centro comercial y lugar de reunión.
Su origen data de 1927, ya que antes era una simple descampado al que iban a pasear los vecinos de los alrededores. Desde aquí se puede llegar en muy poco tiempo a otros puntos importantes de Barcelona como las Ramblas, el Paseo de Gracia o la Porta del Angel.
Además de ser actualmente la plaza más grande de la ciudad, cuenta con una serie de esculturas que adornan la corona circular. De entre ellas a mí particularmente me gustan la del Pastor tocando el Flabiol, o la de la Diosa, junto a un estanque.
Junto a la plaza podéis ver el Monasterio de Santa Ana, una iglesia de estilo románico y gótico del siglo XII. De ella os destacamos el claustro, una maravilla del siglo XIV, y la puerta principal gótica, también del siglo XIV.
Pasear por la Plaza Catalunya es algo imprescindible, pero sentarse en alguno de sus bancos y ver cómo se mueve la vida a su alrededor más hermoso todavía. Restaurantes, cafés, grandes centros comerciales, tiendas de todo tipo, el famoso Triangle, y cómo no las a veces terribles palomas…
Hace poco tuve la suerte de descubrir uno de los secretos mejor guardados de esta plaza. En ella se sitúa el edificio del Corte Inglés. Si queréis tener una panorámica fabulosa de la Plaza Catalunya, subiros a la última planta de este centro comercial. Allí tenéis una cafetería con amplios ventanales. Os encantará ver esta plaza desde las alturas.
Foto Vía Maldita la Hora
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