Cádiz es un auténtico destino vacacional. Sus diferentes pueblos y ambientes nos aseguran unas vacaciones diversas, donde la playa y la diversión sobresalen del resto de actividades. Es, por ejemplo lo que nos ocurrirá si estamos en uno de los hoteles en Sancti Petri, una pequeña isla situado al sur de San Fernando y que queda justo en la desembocadura del caño de Sancti Petri, frente a las costas de la playa de Camposoto, la punta el Boquerón y la playa homónima a la isla.
Pero Sancti Petri no es tan sólo un destino de sol y playa, sino que como ocurre con la mayoría de islas que se sitúan en frente de las costas, tiene una larga, interesante y misteriosa historia a sus espaldas. Lo podremos comprobar, a la vez que les damos un homenaje a nuestros ojos, con el Castillo de Sancti Petri y el faro.
En la antigüedad existía un templo en la isla, el templo de Hércules Gaditano, lo que todavía le da más atractivo al lugar.
En vez de pasar todos los días en las playas y en las terrazas, podemos ir a visitar el faro. Fue parte del sistema defensivo de la costa, pues la misma isla fue fortificada en los alrededores de 1610 y mejorándose sus instalaciones en el siglo XVIII. No obstante, en octubre de 1918 se instaló un aparato eléctrico que hacía las veces de faro encima del torre de homenaje prácticamente arruinado.
No obstante, seguramente el atractivo cultural más interesante de la isla es el castillo de Sancti Petri, el cual tiene un carácter defensivo y trazado irregular. Recordemos que esta zona aún era atlántico, por lo que se concebía como lugar estratégico como entrada al mediterráneo. El baluarte formaba parte, como la torre del homenaje que sustenta el faro, de la línea de fortificaciones que protegían la entrada del caño de Sancti Petri, el brazo de mar que desemboca frente al islote junto a las baterías defensivas de diversos lugares cercanos.
Seguramente el edificio más significativo del castillo es la Torre-Atalaya, construcción más antigua de la fortificación y casi símbolo de la isla.
Foto Vía: Peeyaimen