A las islas de Ibiza y Formentera se las conoce, en conjunto, como las Islas Pitiusas. Rocas, playas, pequeñas calas y barrancos forman parte principalmente de sus paisajes. Desde estos barrancos o acantilados las vistas del Mediterráneo suelen ser maravillosas, de ahí que nos resulte imposible no sucumbir a la tentación de un atardecer en la isla ibicenca.

Si tenéis reservados vuestros vuelos baratos a Ibiza descubriréis que esta isla, conocida mundialmente por ser el paraíso del ocio (especialmente en verano) tiene mucho más que ofrecer además de su faranduleo hippie de discoteca en discoteca. Hoy nos dejamos llevar por la exhuberante naturaleza que comparte con Formentera.

Podríamos empezar hablando del Parque Natural de las Salinas de Ibiza y Formentera, situado al suroeste de Ibiza. Un enclave bastante curioso, con sus montañas blancas de sal, las que le dan nombre. Este elemento es muy importante y frecuente en ambas islas, y es un bien muy preciado. En ocasiones he visto tiendas en la propìa Ibiza que la venden como un souvenir más.

Cuando hablamos de Ibiza la primera imagen que se nos viene a la cabeza a la mayoría es la de sus playas, los hippies, las discotecas… Pero esta isla es mucho más, y quienes hemos podido estar en ella unos días así lo atestiguamos. ¿Sabíais, por ejemplo, que su centro histórico, la ciudad antigua conocida como Dalt Vila, está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO?

Es una pena que una gran cantidad de turistas que reservan sus vuelos baratos a Ibiza se queden exclusivamente en el turismo de hotel, playa y discoteca. Pasear por el laberinto de callejuelas de la ciudad es una magnífica vuelta al pasado. Su aspecto medieval nos produce una sensación de viaje en el tiempo que nos ayuda a comprender la historia de esta isla.

Entre las imágenes más sobresalientes de este centro histórico está la del Portal de Ses Taules, una de las viejas puertas de las murallas de Ibiza que aún resiste en pie y que nos permite entrar en la ciudadela de la Dalt Vila. Esta corresponde a la puerta principal de las murallas (hoy quedan en pie otras dos, el Portal Nou y el Soto Fosc), la que todo el mundo tenía que atravesar para entrar en la ciudad, y lleva desde la Cuesta del Rastrillo al Llano de la Marina, entre los baluartes de Sant Joan y Santa Llúcia.

Hay que decir que mucho antes de la llegada de los hippies, los turistas y las discotecas a la isla de Ibiza, lo hicieron los cartagineses, allá por el año 654 a.C. A buen seguro ninguno de ellos se iría a imaginar en lo que se ha convertido su enclave con el paso de los siglos. Sin embargo, ellos quisieron dejarnos de alguna manera su legado para que, entre fiestas, playas y paseos por la Dalt Vila, pudiéramos conocerlo algún día.

Este legado puede contemplarse en una serie de necrópolis , de la que os destacamos hoy la de Puig des Molins, posiblemente por ser la más importante de todas ellas. Situada al oeste del centro histórico de la ciudad, está formada por casi cinco mil hipogeos, en los que se han ido encontrando en sucesivas excavaciones diferentes objetos, ajuares, figuras de barro cocido, etc… que sitúan la necrópolis allá por el siglo V a.C

Como veis, por tanto, es un lugar histórico de suma importancia, de visita imprescindible en vuestras vacaciones Ibiza. Tanto es así que Puig dels Molins estaba considerado el cementerio de Ibiza desde la fundación de la ciudad. Impresiona pasear alrededor de sus más de tres mil tumbas púnicas, aunque tan solo 340 de ellas son visibles desde el exterior. Estas tumbas que pueden visitarse cuentan con escaleras de acceso al interior.