Uno que no haya ido nunca a Sevilla se podrá pensar que más allá de la Giralda y la Torre del Oro poco habría que descubrir en la ciudad, ¿no?. Sin embargo, está claro que no es así. Sevilla y su centro histórico es uno de esos lugares que hay que patearse de punta a cabo. Las sorpresas en forma de calles, callejuelas, edificios y plazas son notables.
Una de esas sorpresas es la Casa de Pilatos, típico palacio andaluz del siglo XVI, que actualmente pertenece a la Fundación de la Casa Ducal de Medinaceli. Curiosamente, para que los duques que vivían en él pudieran escuchar misa, el palacio estaba comunicado con la cercana Iglesia de San Esteban a través de unos pasadizos.
Merece la pena buscar alguno de los muchos viajes baratos que hay y detenerse a visitar este rincón típicamente sevillano. Tanto por fuera como por dentro la vista es espléndida. Sus rincones y sus bellísimos jardines, el patio principal y su hermosa fuente. La entrada se hace atravesando si gran portal de mármol de 1529. Desde allí se accede precisamente ya al patio principal.