La Costa Brava fue una de las primeras zonas costeras españolas en atraer al turismo extranjero. Desde la década de 1950, oleadas de turistas alemanes y británicos se asentaron en sus playas. Como resultado de este interés, la región fue desarrollándose amparada en el turismo, fomentando la creación de hoteles y otras instalaciones especializadas en este sector.
Muchos de los pueblos, que hasta aquel entonces eran simples pueblos de pescadores, y que habían sido testigos incluso de la presencia musulmana en España, se conviertieron de repente en importantes centros turísticos, con hoteles, apartamentos, bares, restaurantes y discotecas. Realmente, imagino que tuvo que ser un tanto desconcertante.
Uno de estos pueblos que os venimos comentado, y del que guardo mejor recuerdo, es Tossa de Mar. Se halla en la carretera que une Lloret de Mar y Sant Feliu. Tal vez estemos ante el pueblo más famoso de los alrededores, no sólo por el turismo, sino también por su maravilloso aspecto. Su casco antiguo y medieval, sus murallas y su castillo, forman una combinación perfecta con el turismo de playa.