Trujillo, en la provincia de Cáceres, es una pequeña ciudad enjaezada de palacios y casonas nobiliarias. Cuando uno se aventura por estas tierras no llega a imaginar su enorme patrimonio. Pero claro, si atendemos a su historia, aquella que nos recuerda a numerosos trujillanos que, durante la época de las expediciones, se enriquecieron con el oro americano, se nos aclara un poco el hecho de ver a tan magníficos edificios por aquí reunidos.
Uno de los rincones más emblemáticos de Trujillo es su Plaza Mayor. Comenzó a diseñarse en el siglo XV y es, posiblemente, una de las plazas renacentistas españolas más interesantes en cuanto a su conjunto patrimonial. De ahí que si reserváis vuestros hoteles baratos en esta ciudad, y en cualquier punto de la provincia de Cáceres, este rincón trujillano es de visita imprescindible.
¿Qué es lo hace a esta plaza tan monumental, entonces? En primer lugar aparece dominada por la estatua ecuestre de Francisco Pizarro, uno de los hijos ilustres de Trujillo. La estatua, construida en bronce por Charles Rumsey, es tal vez de lo más moderno de la plaza, ya que fue colocada allí en 1929.