Resulta impresionante comprobar el paisaje desértico que la escasez de lluvias ha configurado en torno a los municipios murcianos de Abanilla y Fortuna. Barrancos y tierras blanquecinas se amontonan por doquier, especialmente en el paraje conocido como la Rambla del Chícamo.
Esto pude constatarlo en mi corto pero más que agradable fin de semana en Abanilla, pueblo de origen musulmán, de esos que aún conservan en sus calles el carácter medieval. Curiosamente se le conoce como la Palestina Murciana, gracias a las enormes palmeras que crecen en sus ramblas y que ofrecen una fresca sensación de oasis.
No se tarda demasiado en recorrer su centro histórico, muy caluroso ya en esta época del año, en donde encontramos algunos edificios de interés y pequeños bares y tabernas en los que probar la excelente carne de cabrito a la brasa, o un arroz con conejo, acompañado de las frutas de la huerta murciana.
De entre esos monumentos destaca sobremanera la Iglesia Parroquial de San José, templo barroco de principios del siglo XVIII y que alberga en su interior un hermoso retablo. Frente a la iglesia veremos la Casa Cabrera, también del mismo siglo, y con un enorme escudo rococó en la fachada.
Del resto de edificios habría que destacar la Casa Pintada (lleva este nombre por el intenso color ocre de la fachada) del siglo XVII, la Casa de la Encomienda, el Ayuntamiento en la Plaza de la Constitución, o el lavadero público de origen musulmán de la Plaza de la Purísima.
Todo eso se puede apreciar relajadamente en un par de horas, de ahí que para todo un fin de semana hay que buscarse otros atractivos. Estos los encontramos sin duda en los alrededores y el entorno del municipio. Sí, en ese paisaje casi desértico del que os hablaba al principio.
Unos kilómetros al norte, sin embargo, podemos perdernos en el nacimiento del río Chícamo. Desde aquí se hace una ruta de senderismo que desemboca en el impresionante Cañón del Cajer. Durante toda la travesía iremos viendo viejos molinos abandonados que aprovechaban el agua del río.
Todo este espacio natural pertenece a la Sierra de Abanilla, con una más que notable presencia de flora local.
Abanilla es un pueblo tranquilo y en el que podemos pasar un fin de semana relajado y disfrutando de la naturaleza. En verano hace bastante calor, así que mejor el otoño o la primavera para así respirar los colores y el intenso aroma de un lugar especial en Murcia.
Foto Vía Siente Murcia
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No les conozco pero me ha gustado leer algo sobre mi pueblo.
Efectivamente el pueblo es como dicen pero hay mucho más:
– Dos bosques de oliveras milenarias: El Olivar y El Llano de Sahués, el primero es, quizás, el más grande en extensión del Mediterráneo y con ejemplares absolutamente espectaculares.
– Un sistema de regadío tradicional con origen demostrado en la época romana, y que ahora se pretende restaurar, con 5 acueductos similares en su función y estructura, salvando las distancias, al de Segovia, y que siguen funcionando como hace miles de años: http://nuestra-tierra.laverdad.es/medio-ambiente/desarrollo-sostenible/3060-un-salvavidas-para-la-cuenca-del-chicamo
http://nuestra-tierra.laverdad.es/medio-ambiente/desarrollo-sostenible/3061-un-laboratorio-completo-para-restaurar-cauces
– Una de las zonas más áridas de Europa: las «bad-lands» entre Mahoya y Los Baños, en contraste con el oásis de Mahoya.
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– Y más: gastronomía, variedades frutales únicas, …
Si deciden volver les acompañaré con mucho gusto.
Saludos
José María López
Pues muchas gracias por completar información, José María. Un placer y un saludo !!!