Atardecer en el puerto de Lekeitio

Una de las postales que se me ha quedado grabada para siempre en mi memoria fue aquel atardecer en el puerto pesquero de Lekeitio. El sol se derramaba lentamente sobre una alfombra de aguas oscuras. Pequeñas barcas de colores se mecían pausadamente al ritmo de la corriente. Sentado en la terraza del restaurante, apenas podía apartar la mirada de aquel espectáculo.

La torre de la catedral se proyectaba al fondo, sobresaliendo de entre las casas de los siglos XVII y XVIII que dan al puerto. Todas tenían las ventanas abiertas, como queriendo recoger las últimas gotas de la tarde.

Cenar en el puerto de Lekeitio es uno de los más grandes placeres que he podido tener este verano. Tuvimos suerte a la hora de ir a nuestro buscador de vuelos y planear esta excursión. Parece simple, pero magnífico a la vez. Apenas son unos minutos los que dura la puesta de sol, pero el mar y la gente emiten un silencio respetuoso. El único bullicio es el movimiento del sol sobre el horizonte. Parece como si rasgaran el cielo en colores.

Cuando el sol se pone la gente comienza a conversar. Vuelven al instante en el que quedaron antes del espectáculo. Los niños corren hacia la playa, una pareja de abuelos pasea cogidos del brazo, y los más siguen sentados frente a una exquisita merluza. El puerto de Lekeitio se detuvo durante unos minutos, conteniendo la respiración.

Cerca de aquí desemboca el río Lea, y a nuestra izquierda descansa la Isla de San Nicolás. Desde que se ha marchado el sol una pequeña brisa de aire fresco recorre juguetona el puerto. A medida que la noche va cayendo, muchos de los restaurantes se convierten en pequeñas salas de música. Comienza a llegar más gente, atraídos por el ambiente.

Todo oscurece y tan sólo sobresalen ya las luces del puerto y la música de los bares. Mucha gente comienza a marcharse, y otra acaba de empezar la noche. Nosotros seguimos mirando el horizonte, buscando aún la huella de aquel atardecer que cada día se repite en el puerto de Lekeitio. La brisa fresca y el eco de alguna ola lejana…

Foto Vía Dancing Brush

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