Para llegar hasta el Monasterio de San Pedro de Roda hay que dejar atrás una sucesión de curvas en una carretera estrecha que sirve de franco mirador hacia el Mediterráneo. A medida que nos acercamos a él vamos tejiendo la amalgama que surge de la piedra y la exhuberante vegetación de los contornos. Como un león misterioso y casi olvidado, el monasterio se yergue frente a una amplia explanada en la que se respira el color azul del horizonte.

Este monasterio se sitúa en el término municipal de El Puerto de la Selva, a 65 kilómetros al norte de Gerona. Su ubicación es pintoresca, atractiva, casi colgado de la ladera de la montaña de Verdera, un preciado balcón hacia la Bahía de Llança, entre el Cabo de Creus y la frontera francesa. Las pequeñas calas y los pueblos de pescadores que quedan a nuestros pies sirven de aperitivo a la subida al propio monasterio.

Poco se sabe del origen de este monasterio benedictino. Las primeras referencias históricas lo sitúan a finales del siglo IX, y poco tiempo después ya era uno de los grandes centros espirituales del nordeste español. Ya nos daremos cuenta de ello durante la visita, cuando nos situemos en el claustro románico, la iglesia con su cripta, sus ábsides y sus capiteles, o la impresionante torre campanario, la de Sant Miquel, desde la que se otea un paraíso difícil de igualar.