Cala d’Hort, el mejor atardecer en Ibiza

Cala d'Hort

Se acercan las vacaciones de verano y con ellas esos días de ocio, descanso y diversión que todos nos merecemos. Unos optamos por destinos tranquilos, mientras otros prefieren el bullicio y el ambiente de fiesta. Para esto último Ibiza es todo un paraíso. La noche y el día se convierten en un mismo escenario, y durante las 24 horas aquí no se para.

Pero además de discotecas y locales de ocio, unas vacaciones Ibiza son también un momento especial para pasarlo tranquilamente relajados al abrigo de una de sus innumerables calas. Una de mis favoritas es Cala d’Hort, situada apenas a 25 kilómetros de la propia Ibiza, por la carretera de San Josep de Sa Talaia.

Cala d’Hort es una playa pequeña, de solo 150 metros de longitud, pero que cuenta con servicios de alquiler de hamacas y sombrillas, dos restaurantes y socorrista. Más que la playa en sí y sus servicios (algo que no tienen todas las calas ibicencas) lo que me gusta de Cala d’Hort es su entorno y sus maravillosas vistas al mágico islote de Es Vedrá. Eso sí, hay que ir tempranito, especialmente en verano, porque se llena de gente.

Ronda y sus bodegas, ruta del vino en Málaga

Bodegas en Ronda

Siempre oí de pequeño a mi madre decir que Ronda era una de sus ciudades favoritas. No es que mi madre haya sido una sempiterna viajera, pero es de las personas que sabe apreciar los más mínimos detalles de las cosas. No solía hablar de la Ronda del Tajo, ni la de sus iglesias y monumentos, sino de la ciudad de calles blancas y macetas con geranios.

Es el peculiar encanto de un enclave que ha sabido granjearse el cariño de quienes la visitan. Turistas y lugareños suben y bajan las empinadas cuestas de sus callejuelas, o se asoman al mirador que le ha servido durante tantos años de eterna postal. Si tenéis reservados vuestros vuelos baratos a Málaga y queréis hacer una excursión imprescindible, Ronda es vuestro protagonista.

Yo recuerdo hoy la ronda vinícola, la que se abre al rancio aroma de sus bodegas y viñedos. También es verdad que he tenido la suerte de visitarla en muchas ocasiones durante los meses de septiembre y octubre, época en la que acaba de nacer el buen vino y el líquido supremo está en todo su esplendor.