Es tal la belleza de Salamanca que uno cuando pasea por ella no puede por menos que repetir cuán cierto es su condición de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La Plaza Mayor, la Universidad, la Casa de las Conchas… lugares emblemáticos que, en su búsqueda del río Tormes, observan desde hace siglos a las dos catedrales de la ciudad.
Sí, dos catedrales. O eso es lo que se podría decir al ver el conjunto que forman la Catedral Nueva y la Catedral Vieja de la ciudad. Dos edificios que están conectados entre sí, aunque por su aspecto exterior apreciamos que son bien diferentes. Para su visita os recomendaría reservar vuestros hoteles en el centro de la ciudad, así podéis admirar la belleza del conjunto incluso de noche, desde el Puente Romano.
La Catedral Nueva se construyó entre los siglos XVI y XVIII. Precisamente sus elementos más llamativos, la torre y el cimborrio, son de esta última época. Os aconsejo situaros un poco alejados del templo para admirar la belleza de su cúpula, que se levanta a 80 metros del suelo. Ya en el interior os daréis cuenta de la grandiosidad de su iglesia, formada por tres naves y varias capillas laterales. No iros sin visitar el coro, uno de los mejores de España, la Capilla Dorada y la Capilla del Cristo de las Batallas.