Borau, a los pies de los Pirineos en Huesca

A pesar del frío que pasamos, y eso que solo estábamos a mediados de octubre, tengo que reconocer que disfrutamos muchísimo en el pequeño pueblo de Borau, situado a unos 85 kilómetros al norte de Huesca, a los pies de los Pirineos, muy cerquita de Aísa y de la estación de esquí de Panticosa. Una pequeña casa rural en el centro de Borau nos sirvió para poder disfrutar de un fin de semana de aire puro.

Borau es muy tranquilo, un delicioso pueblo de piedra que se halla junto al río Lubierre. Siendo especial predilección por este tipo de rincones empedrados. Precisamente la casa en la que nos alojamos, con su chimenea, era toda de piedra. Un laberinto de callejuelas angostas sirven de marco al corazón de Borau, calles que van buscando el rasgueo silencioso de su Iglesia de Santa Eulalia, del siglo XVI, que domina el racimo de casas de la población.

Al llegar a la iglesia divisas una panorámica preciosa del pueblo, con sus oscuros tejados de pizarra y el humo que exhalan sus chimeneas. En su interior hay que destacar el Crucificado del siglo XVII.