El Acueducto Romano de Segovia

Acueducto de Segovia

Cuando lo tenéis frente a vosotros, después de haberlo visto tantas veces en imágenes, fotografías y televisión, no podéis por menos que pensar cómo diablos pudieron hacer todo esto los romanos. Sin duda, es una auténtica obra de arte de la ingeniería. Para colmo, después de dos mil años, aún sigue funcionando casi como el primer día. Por algo el Acueducto de Segovia es Patrimonio de la Humanidad.

Ha resistido a tormentas, terremotos y ventiscas. Todas estas hazañas elevan a este monumento en algo más que un simple acueducto a una obra maestra de la ingeniería. Lo más curioso del caso es que sus más de 20.400 bloques de piedra no están unidos con hormigón normal y corriente. No, no… Simplemente se mantienen gracias a un equilibrio de fuerzas que lo hacen vulnerable a la acción deliberada del hombre.

El Acueducto de Segovia se puede decir que nace cerca de la carretera que nos lleva hasta el espléndido Palacio de la Granja de San Ildefonso. Allí capturaba las aguas cristalinas del río Frío, en un lugar llamado la Acebeda. Sus primeros arcos son simples, y llevaban el agua de la ciudad a través de 18 kilómetros, a un lugar conocido como el Caserón. Allí, en una cisterna, el agua se depuraba, para continuar su viaje.